Contexte

El plástico es el material más utilizado para el envasado de alimentos, dado que es un material barato y que tiene múltiples formas y usos. No obstante, este material no se degrada y, por lo tanto, supone un grave riesgo para el medio ambiente. Se calcula que desde que, en los años 50, se empezó a utilizar el plástico y otros materiales sintéticos, se han generado 8.300 millones de toneladas, de los cuales sólo el 9% se ha reciclado, el 12% ha sido incinerado y el 79% se acumula a vertederos o al medioambiente. El sector de la alimentación se encuentra al frente en el uso de plástico que sirven para mantener la calidad organoléptica y proteger el alimento hacia la contaminación microbiológica. En el caso de las frutas y verduras, el embalaje en porciones individual o en bolsas han servido para fraccionar la ración de consumo y permitir una mayor practicidad evitando las mermas que el granel ocasionaba en el lineal. Además, el auge de los productos de IV gamma o mínimamente procesados en los lineales de los supermercados ha ido acompañado de un incremento de packaging. Así pues, la solución al uso de plástico debe ser transversal, ya que no sólo es cuestión de encontrar un material alternativo sino de procurar disminuir la cantidad de residuo o bien incrementar el uso de reciclables. Sin embargo, cualquier solución deberá incorporarse al sistema productivo y por tanto, deberá ser compatible con la maquinaria actual de embalaje y sobre todo no deberá suponer ningún perjuicio para la fruta y el producto mínimamente procesado de forma que mantenga el producto de forma similar a lo que haría el envase de plástico.